domingo, 10 de agosto de 2008

TERRITORIO Y RECURSOS

Una vasta región de tierras altas, conocidas como tierras altas brasileñas o meseta Brasileña (planalto Brasileiro), y la cuenca del río Amazonas son los rasgos fisiográficos dominantes de Brasil. La meseta es un altiplano erosionado que ocupa la mayor parte del país. Con una altura que varía entre los 305 y los 915 m, está surcada irregularmente por cadenas montañosas y por numerosos valles fluviales. Su borde sureste, por lo general paralelo a la costa, se eleva escarpadamente desde el océano en varias áreas, concretamente al norte de los 10° de latitud y al sur de los 20° de latitud del hemisferio sur. Entre las principales cordilleras de la meseta Brasileña están la serra da Mantiqueira, la serra do Mar y la serra Geral. Las elevaciones en estas y otras cordilleras no suelen sobrepasar los 1.220 m, con excepciones como el pico da Bandeira (2.890 m), en la serra da Mantiqueira, y el Pedra Açu (2.232 m), en la serra do Mar. Gran parte del terreno de la meseta se compone de llanuras onduladas (denominados cerrados) y amplias zonas pobladas de árboles.
La cuenca del río Amazonas ocupa más de un tercio de la superficie del país. En ella predominan las tierras bajas; la altura raramente supera los 150 m y los pantanos y llanuras inundadas ocupan vastas áreas de la región. Grandes zonas de la cuenca están cubiertas por selva lluviosa ecuatorial. Debido a la impenetrabilidad de este territorio, amplias áreas de las tierras bajas brasileñas sólo han sido exploradas recientemente. En el borde norte de la cuenca del Amazonas se sitúa otra área montañosa, parte de la elevación conocida como macizo de las Guayanas; las cordilleras incluyen la serra de Tumucumaque, con alturas que superan los 700 m, la serra de Acaraí (con una altura máxima de 906 m) y la serra de Parima (con una altura máxima de 2.727 m). El pico da Neblina (3.014 m), situado en la serra do Imeri, en la frontera con Venezuela, es el punto más elevado de Brasil.
La línea de costa brasileña, con una longitud total de 7.490 km, tiene un contorno excepcionalmente regular, sobre todo en el norte, pero varias hendiduras profundas proporcionan unos excelentes puertos naturales. Son importantes los puertos de Río de Janeiro, Salvador y Recife. La costa está bordeada por una estrecha llanura costera, excepto algunas zonas en las que la meseta Brasileña se introduce en el océano.
Ríos y cuencas hidrográficas
Más de dos tercios de Brasil están drenados por las cuencas de los ríos Amazonas y Tocantins-Araguaia, alrededor de un quinto por la cuenca del Río de la Plata y el resto por el río São Francisco y otros ríos pequeños. El Amazonas, con sus grandes afluentes: al norte Iça, Uatumã, Trombetas, Paru, Jari, Negro y Japurá; al sur
Javari, Purus, Juruá, Tefé, Coari, Madeira, Tapajós y Xingu y el Tocantins, que es un tributario del río Pará, distribuidor sur del Amazonas, que posibilita la navegación interna. La longitud del Amazonas desde Iquitos, en Perú, hasta su desembocadura al noreste de la costa de Brasil es de 3.700 km, todos navegables por barcos de cabotaje. La cuenca del Plata, que corre a través del territorio brasileño, posee ríos con cascadas (como el Iguazú, que forma las cataratas del mismo nombre) de gran potencial hidroeléctrico, que es aprovechado por el conjunto de las represas-usinas hidroeléctricas de Itaipú, Jupiá, Ilha Solteira y Foz do Areia, considerado como el mayor del mundo, con 18.915 MW de potencia instalada. Este complejo se extiende por los ríos Paraná, Paraguay y Uruguay y se adentra en los países vecinos Paraguay, Argentina y Uruguay. La cuenca del São Francisco es la única enteramente brasileña y atraviesa una región caracterizada por un clima semiárido, por lo que es muy útil para el riego. Su potencial hidroeléctrico se utiliza bastante a través del complejo de represas de Paulo Afonso.
Clima
Las condiciones climáticas en Brasil varían de climas tropicales a templados. Las temperaturas medias de enero y julio en Brasilia son 22,3 °C y 19,8 °C, respectivamente. Para Río de Janeiro en los mismos meses son 28,5 °C y 19,6 °C. Las precipitaciones medias anuales son de 1.603 mm en Brasilia, y de 1.758 mm en Río de Janeiro. Las condiciones tropicales prevalecen también sobre la mayor parte de la llanura costera que se extiende al norte del trópico de Capricornio, pero los vientos oceánicos tienen un efecto moderador sobre las altas temperaturas y la humedad. La pluviosidad media anual en esta parte de la costa varía entre los 1.041 y los 2.286 mm. En la región costera al sur del trópico de Capricornio, las condiciones climáticas están marcadas por fuertes variaciones estacionales. Las temperaturas que se registran durante el invierno en el extremo sur llegan a descender hasta -5,6 °C y las heladas son normales por toda la región. Las precipitaciones medias anuales son inferiores a 1.016 mm en la parte sur de la zona costera. En las tierras altas de la parte centro-este de Brasil el clima es subtropical pero, debido a su altitud, se dan grandes oscilaciones diarias de temperatura, siendo las noches frías. Esta región está sujeta con frecuencia a fuertes sequías. En las tierras altas del sur y el oeste, el nivel de las precipitaciones de lluvia puede considerarse suficiente, y en ocasiones, abundante. Las temperaturas alternan rasgos subtropicales y rasgos templados en las tierras altas del sureste, que es la zona más densamente poblada del país.
Recursos naturales
Aunque la superficie de cultivo totaliza sólo unos 65 millones de ha, menos del 8% de la superficie total, Brasil es un importante país agrícola. Tiene inmensos recursos madereros: las áreas boscosas cubren cerca de 532 millones de ha, un 63% de la superficie total. Los recursos minerales son numerosos e incluyen cristal de cuarzo, diamantes, cromo, mineral de hierro, fosfatos, carbón, manganeso, petróleo, mica, grafito, titanio, cobre, oro, bauxita, cinc, estaño y mercurio.
Flora y fauna
La flora de Brasil es muy diversificada, particularmente en la cuenca del Amazonas. En esta región pueden encontrarse decenas de miles de especies vegetales, incluidas bignonias, laureles, mirtos y mimosas. Palmeras y árboles de madera dura son abundantes, como lo son las plantas de la familia de las Euforbiáceas (una de las principales fuentes de caucho natural). Mangle, cacao, palmeras enanas y árboles de palo de Brasil crecen en la región costera. Entre las frutas autóctonas y ampliamente cultivadas están piñas, higos, chirimoyas, mangos, bananas, guayabas, uvas y naranjas. La vegetación en los valles de los ríos existentes en la región de la meseta es exuberante, pero en las tierras altas los bosques, constituidos en su mayoría por especies de hoja caduca, son mucho menos densos. Esta zona también tiene extensas zonas de arbustos y llanuras sin árboles. Las coníferas crecen en aquellas áreas donde predominan las condiciones de clima templado. En las zonas áridas de la región de la meseta, los cactus y otras plantas de espinos son habituales.
La fauna de Brasil es también extremadamente variada y difiere en muchos aspectos de la de Norteamérica. Los animales presentes de mayor tamaño son el puma, el jaguar, el ocelote y el zorro. Pecarí, tapir, oso hormiguero gigante, perezoso, oposum y armadillo son abundantes. Los ciervos son numerosos en el sur y los monos de distintas especies abundan en la selva. Muchas variedades de pájaros son autóctonas del país. Entre los reptiles se incluyen varias especies de caimanes y numerosas especies de serpientes, en especial el surucucú, la cascabel y la boa. Los peces y tortugas abundan en las aguas de los ríos, lagos y costas de Brasil. En 2002 se contabilizaron 655 especies amenazadas.
Suelo
Hay diferentes tipos de suelo en las áreas tropical y subtropical. La Amazonia, el valle del Amazonas y sus afluentes, es una amplia llanura aluvial en la que la inundación continuada limpia y rellena la capa superficial del suelo. Algunas mesetas aluviales bajas, sin embargo, sobresalen en el relieve. En el interior de la región Nordeste predomina el sertão semiárido. En las áreas de tierras bajas, el suelo soporta una densa vegetación selvática. El estado de São Paulo se caracteriza por la terra rosa fértil, casi púrpura, debido a la descomposición del basalto, acelerada por el calor y la humedad.
Temas medioambientales
El Amazonas nace en Brasil y la mayor parte de las selvas tropicales que rodean a este río y a sus afluentes se encuentran en territorio brasileño. En los bosques y las sabanas de la Amazonia existe una de las concentraciones de carbono más altas del planeta y el exceso de este elemento se convierte en tejido vegetal además de ejercer un gran efecto en el clima mundial. Gracias a este antiguo procedimiento que permite renovar los recursos cíclicamente, hoy en día existe en la Amazonia la biodiversidad más rica de la Tierra. El 20% de las especies vegetales conocidas existen en esta zona y aún se desconoce el porcentaje de las especies animales que habitan en este territorio.
Brasil se ha convertido en un importante país muy interesado en vender sus recursos en el extranjero, ya que debe hacer frente a las necesidades de su creciente población y a las de sus cada vez más numerosas industrias. Los bosques se han utilizado para la actividad ganadera con cabaña vacuna, la minería y la explotación forestal y han hecho posible que las familias más modestas puedan salir de la pobreza. El gobierno brasileño siempre ha fomentado estas actividades y ha construido autopistas para acelerar el proceso. La deforestación se ha multiplicado de manera alarmante; entre 1979 y 1990, han sufrido esta lacra cada año aproximadamente 20.000 km². Cerca del 12% de la selva amazónica ha desaparecido, la mayor parte en Brasil, dejando tras de sí amplias zonas de suelo que se han degradado rápidamente, varias vías fluviales contaminadas y miles de indígenas sin hogar. La desaparición de la selva es uno de los problemas más acuciantes a nivel mundial: la deforestación de la Amazonia hace que el porcentaje de dióxido de carbono de la atmósfera aumente en un tercio.
En los últimos años, esta situación ha mejorado, aunque la selva continúa desapareciendo con una tasa del 0,41% anual. El gobierno ha reducido los incentivos que solía conceder para fomentar el desarrollo industrial en la Amazonia. La ayuda internacional al desarrollo depende cada vez más de la utilización de técnicas agrícolas sostenibles.
La elevada tasa de población de las zonas urbanas de Brasil, sobre todo de São Paulo y Río de Janeiro, supone una gran carga para el medio ambiente. Generalmente, los ciudadanos disfrutan de unas condiciones higiénicas adecuadas y disponen de agua potable, pero millones de personas de origen humilde, que viven en zonas tanto urbanas como rurales, carecen de estas comodidades. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha establecido una serie de normas para controlar la concentración de plomo y de dióxido de azufre en São Paulo, ya que en esta ciudad el uso de alcohol como combustible es frecuente y las curvas de emisiones son alarmantes. El aumento del tráfico constituye un continuo problema porque los niveles de monóxido de carbono aumentan y provocan daños irreparables en la capa de ozono del planeta.
El 82,65% de la electricidad de Brasil proviene de la energía hidraúlica. En la Amazonia, las presas hidroeléctricas han dado lugar a gigantescos embalses que han alterado el medio ambiente local. Recientemente y por razones medioambientales, el Banco Mundial ha rechazado la concesión de fondos para construir otra presa hidroeléctrica. Una sola central nuclear, situada en la costa entre Río de Janeiro y São Paulo, produce cerca del 2% de la energía del país.
La selva amazónica cubre el 63% de Brasil. Este país posee varios tipos de humedales, entre los que destacan varios hábitats ribereños, sistemas aluviales y más manglares que en cualquier otra nación del mundo. A pesar de que estos hábitats ocupan una gran superficie y de que algunos se encuentran en lugares apartados, no dejan de estar amenazados por el deterioro ecológico del que está siendo víctima toda la Cuenca del Amazonas.
La constitución de Brasil (1988) recoge el derecho de todos los ciudadanos a disfrutar de un medio ambiente ecológicamente equilibrado. En 1992, existía un sistema de zonas protegidas federal, estatal y local. Existen 34 parques nacionales y 22 reservas biológicas nacionales, además de otros tipos de zonas protegidas entre las que se encuentran algunas reservas antropológicas. En total, aproximadamente el 4,4% (2000) de la superficie de este país está protegida. Existen dos monumentos naturales reconocidos por el Convenio sobre el Patrimonio de la Humanidad y dos parajes reconocidos por el programa El Hombre y la Biosfera de la UNESCO, como el Sistema de Reserva de la Biosfera de la Selva Atlántica.
En 1992, se celebró en Brasil la Conferencia sobre Medioambiente y Desarrollo de la Organización de las Naciones Unidas, también conocida como Cumbre de la Tierra. Este encuentro fue la piedra angular de varias iniciativas mundiales y ayudó a definir la relación entre el aspecto medioambiental y el social en el planeta. Brasil ha ratificado una serie de acuerdos internacionales sobre medioambiente, incluidos los relativos al Protocolo Medioambiental del Antártico, al Tratado del Antártico, biodiversidad, cambios climáticos, especies en peligro de extinción, cambios medioambientales, vertidos accidentales, leyes del mar, vertido de residuos al mar, prohibición de realizar ensayos nucleares, capa de ozono, contaminación naval, madera tropical (1983), zonas húmedas y caza de ballenas. Se están llevando a cabo varios programas de ayuda técnica medioambiental en cooperación con otras naciones. A nivel regional, Brasil forma parte del Convenio del Hemisferio Norte (1940), por el que se comprometió a proteger la naturaleza y la vida salvaje, y del Tratado de Cooperación Amazónica (1978), que prevé la cooperación entre los diferentes países para proteger la Cuenca del Amazonas. Brasil posee varias reservas sin fronteras en esta región.

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